lunes, septiembre 11, 2017

¿Centrados en nuestros intereses o en el bien que hacemos al mundo?


La mayoría de las organizaciones pide a la gente que se entusiasme tras una visión hueca.
Dicen que tienen una misión pero en realidad son sólo palabras bonitas para disfrazar el verdadero propósito que persiguen, como son las ganancias, el crecimiento, el poder, el posicionamiento, la cuota de mercado. El resultado es que la gente cuando ve este tipo de propósitos egoístas no puede poner alma, vida y corazón. No ve sentido a su trabajo y no puede amar a su empresa.

Eso no mueve. La gente sabe distinguir perfectamente que es lo que en realidad persigue la organización o el dueño.

Es muy fácil entender este punto cuando vemos a los partidos políticos. ¿Cuál es su fin (auténtico, verdadero, esencial)? inmediatamente respondemos; pues del bienestar de la gente. Sin embargo, vemos como se quedan atrapados en sus propios intereses. Se dedican a buscar beneficios, prebendas, cuotas de poder, imagen, posicionamiento para la siguiente campaña. Vemos como toman la pobreza o los desastres naturales que sufre la población, no con la intención de genuino servicio y ayuda, sino usando las necesidades para lucimiento y promoción de su imagen.

Las organizaciones que no ven más allá de si mismas en el pecado llevan la penitencia. Cuando no hay un propósito superior los integrantes de la organización se pierden en luchas intestinas. Cuando hay un propósito claro, noble, de búsqueda genuina de contribuir a la vida de las personas, de la sociedad y del mundo, se da, casi naturalmente la alineación y ordenación de los intereses particulares al bien mayor.

Tu organización tiene un propósito claro cuando persigue una causa. Cuando el fin verdadero de la organización es hacer una diferencia en la vida de las personas. Cuando quiere de verdad impactar para bien la vida de la sociedad y del mundo. Cuando hace lo que hace pensando en los otros.

La organización está cerrada en si misma cuando lo que busca son las ganancias, el prestigio, el logro de objetivos, la eficiencia, la calidad, la entrega, la innovación, etc., como fines en si mismos. Es decir, cuando no logra trascender sus propios intereses.

Te invitamos a preguntarte ¿Cuál es el propósito de nuestra organización? ¿Qué propósito nos une, nos energiza, y nos permite ordenar los intereses particulares al un bien superior? ¿Qué diferencia en la vida de las personas/sociedad/mundo nos sentimos llamados a hacer?

La gente no responde de manera consistente a propósitos pequeños, autocentrados, egoístas. Si quieres despertar la energía de tu organización se requiere hacer, no un ejercicio intelectual, autocrático, para redactar el propósito que ha de seguir la organización, sino un ejercicio de escucha, que permita a los integrantes de la organización "sentir" y responder a lo que la vida (desde dentro y desde fuera) está demandando a la organización. Es un asunto vital, no un ejercicio intelectual.

Hay personas que pueden ayudar a hacer estos ejercicios para poner a trabajar, además de la inteligencia colectiva, la intuición de la organización.


No hay comentarios.: