martes, agosto 12, 2014

Elevar La Calidad de Vida en el Trabajo al Nivel que He Soñado


Teníamos algunas preocupaciones sobre el taller para Directivos que estábamos organizando.

¿Estarán los directivos dispuestos a tomarse un "Tiempo Fuera" para precisar que es exactamente "calidad de vida en el trabajo"?
¿Les interesará suficiente el tema como para hacer un hueco entre sus multiples ocupaciones?
¿Estarían dispuestos a hacer la introspección y a compartir los descubrimientos sobre sus fortalezas y la calidad de vida en el trabajo que siempre han soñado?

La invitación era muy directa: Una experiencia de 6 horas, en una sola sesión para darse "Un espacio para diseñar formas innovadoras de conseguir lo que realmente importa en la vida y el trabajo"

Los resultados fueron sorprendentes.

La asistencia rebasó nuestras expectativas, asistieron 14 personas. Incluso hubo personas que encarecidamente nos pidieron participar en la siguiente oportunidad.

El tema resultó de gran interés. Reveló y develó un anhelo profundo de los empresarios y dirigentes. Estamos ocupados con miles de cosas, damos nuestro tiempo a diferentes personas y asuntos, sin embargo, lo que en realidad estamos buscando se nos pierde de vista.

Era muy necesario poner este tema al frente de todas nuestras ocupaciones y detenerse a considerar: la relación entre vida y trabajo, qué significa para mi calidad de vida, en que se concreta de manera mas precisa la calidad de vida en el trabajo que quiero conseguir.

Los participantes mostraron gran interés y compromiso para realizar las actividades de las cuatro fases de la Indagación Apreciativa. Mostraron gran deseo de compartir y de ayudarse mutuamente para afinar su visión y las mejores estrategias para llevarla a la realidad.

Este taller prototipo que Sergio Avelar y yo diseñamos nos abrió enormes posibilidades para ofrecer una ayuda real para los que los directivos aprendan cómo mejorar la calidad de vida de las personas en el trabajo.

Incorporaremos las mejoras que nos hicieron en las siguientes ediciones y las compartiremos por este medio. Estén pendientes.

Hemos dado un paso. Estoy convencido de una corazonada que siempre he tenido: Las personas merecen ser felices en, esa parte tan importante de su vida que es, su trabajo y podemos contribuir a ello. Los directivos pueden hacer la gran diferencia. Esta en su mano marcar positivamente la vida de sus colaboradores. Pero primero ellos han de recuperar el gozo, el sentido y la realización por su propio trabajo.

martes, mayo 13, 2014

El dirigente en el proceso de cambio ¿Cuál es su misión? ¿Cómo agrega valor?



"Primero di a ti mismo quien haz de ser; y luego haz lo que tienes que hacer"  Epicteto


--A mi díganme que tengo que hacer, pero quiero ver que los cambios se reflejen en resultados ¡¡ya!!

Esta frase refleja la gran incertidumbre de los dirigentes de empresa que, presionados por la urgencia de lograr resultados económicos, dudan si seguir o no con los cambios que han emprendido en su empresa.

Enfrentan un gran dilema. Saben que necesitan la transformación de su empresa. Es evidente que ésta no puede seguir operando de la misma manera. 

Por un lado tiene que dar respuesta a los cambios que vienen de fuera como la aparición de nuevos competidores, los cambios impositivos, las regulaciones y normas para entrar al mercado, etc., y que cada ves son mas rápidos y requieren velocidad en las adecuaciones. 

Por la otra parte los dirigentes se dan cuenta que su organización no solo no responde con la rapidez que ahora demanda un entorno cada vez mas agresivo y exigente, sino que además dentro de la empresa surgen conflictos, desviaciones, descontentos, fallas, desacuerdos, etc.

Esta es una mezcla perfecta para acabar la paciencia, la lucidez, y el ánimo de cualquier empresario. 

Entonces el dirigente acude a consultores y expertos que le ayuden a poner orden y recuperar el control. Surge una luz y se recobra la ilusión y la confianza de que las cosas mejorarán. Desgraciadamente, después del enamoramiento inicial vuelven a brotar los conflictos y faltas de entendimiento. Y las cosas no solo no van mejor, sino que ahora, dada la mayor conciencia de todos, hay mas insatisfacción.

Al ver que las cosas no sólo no mejoran, sino que además los cambios previstos no se implementan con rapidez, todos en la empresa empiezan a decir lo que el otro está haciendo mal, o debería de hacer.  También los consultores caen en este juego que no lleva a nada.

¿Que debe hacer el dirigente cuando se encuentra en esta situación?

Primero que nada debe cambiar la pregunta. Esta es una pregunta mal planteada.

Es preciso entender que la transformación de la empresa parte de la transformación personal. "Nada sucede sin transformación personal" decía Deming. Los cambios en la empresa parten del cambio en el dirigente. 

El dirigente debe cambiar. Y no solo en lo que hace, sino sobre todo en su ser.  Esto significa que así como la empresa debe replantearse cual es su misión y que valor aporta, lo mismo debe hacer el dirigente.

¿Para que está el dirigente y valor aporta? Esta es la pregunta que le dará un nuevo sentido a su vida y a su quehacer. Es conveniente seguir el consejo de Epicteto y antes de preguntar por "que debo hacer (para hacerlo muy bien)" preguntarse a si mismo: 

¿yo quien quiero ser, quien puedo ser, que cambios tengo que hacer en mi persona para agregar valor a mi vida y a la vida de los demás en este proceso de cambio que vivimos en la organización?

Como directivo la mejor forma de ayudar a que suceda el cambio en la organización es que el directivo emprenda, si es preciso con la ayuda de un coach especializado en este tema, un proceso de transformación que de manera rápida y gozosa le permita hacer los cambios en su persona.

viernes, mayo 09, 2014

Cuando todo está oscuro y se siente uno perdido aparece la luz

Un hombre se hizo a la mar…
Cuento Jorge Bucay  citado en su libro "EL Camino de la Felicidad"

Un señor se hace a la mar a navegar en su velero, y de repente una fuerte tormenta lo sorprende y lo lleva descontrolado mar adentro. En medio del temporal el hombre no ve hacia donde se dirige su barco. Con peligro de resbalar por la cubierta, echa el ancla para no seguir siendo llevado por el viento  y se refugia en su camarote hasta que amaine un poco. Cuando el viento se calma, el hombre sale de su refugio y recorre el velero de proa a popa. Revisa cada centímetro de su nave y se alegra al confirmar que está entera. El motor enciende, el casco está sano, las velas intactas, el agua potable no se ha derramado y el timón funciona como nuevo.
El navegante sonríe y levanta la vista con la intención de iniciar el retorno al puerto. Otea en todas las direcciones y lo único que ve por todos lados es agua. Se da cuenta de que la tormenta ha llevado lejos de la costa y de que está perdido.

Empieza a desesperarse, a angustiarse.

Como les pasa a algunas personas en momentos demasiado desafortunados, el hombre empieza a llorar mientras se queja en voz alta diciendo:

Estoy perdido, estoy perdido... Que barbaridad ...
Y se acuerda de que él es un hombre educado en la fe, como a veces pasa, lamentablemente sólo en esos momentos, y dice:
—Dios mío, estoy perdido, ayúdame Dios mío, estoy perdido...
Aunque parezca mentira, un milagro se produce en esta historia: el cielo se abre --un círculo diáfano aparece entre las nubes--, un rayo de sol entra, como en las películas, y se escucha una voz profunda (¿Dios?) que dice:
—¿qué te pasa?
El hombre se arrodilla frente el milagro e implora:
—Estoy perdido, no se donde estoy, estoy perdido, ilumíname Señor. ¿Dónde estoy ...Señor? ¿Dónde estoy..?
En esos momentos la voz, respondiendo a aquel pedido desesperado, dice
—Estás a 38 grados latitud sur, 29 grados longitud oeste— y el cielo se cierra.
—Gracias, gracias, dice el hombre.
Pero pasada la primera alegría, piensa un ratito y se incorpora retomando su queja.
—Estoy perdido, estoy perdido...
Acaba de darse cuenta de que con saber donde está, sigue estando perdido. Porque saber donde estás, no te dice nada respecto a dejar de estar perdido.
El cielo se abre por segunda vez.
—¿Qué te pasa?
—Es que en realidad no me sirve de nada saber en donde estoy, lo que quiero saber es adonde voy ¿para qué me sirve saber donde estoy sí no se a donde voy? A mi lo que me tiene perdido es que no se a donde voy.
—bien— dice la voz —vas a Buenos Aires— y el cielo comienza cerrarse otra vez.
Entonces ya más rápidamente y antes de que el cielo termine de cerrarse, el hombre dice:
—¡estoy perdido, Dios mío, estoy perdido, estoy desesperado..!
El cielo se abre por tercera vez:
—¿Y ahora que pasa?!
—No…es que yo, sabiendo donde estoy, y sabiendo a donde voy, sigo estando tan perdido como antes, porque en realidad ni siquiera se donde esta ubicado el lugar a donde voy.
La voz le responde:
—Buenos Aires está 38 grados...
—¡No, no, no— exclama el hombre. —Estoy perdido, estoy perdido...¿sabes lo que pasa? Me doy cuenta de que ya no me satisface saber donde estoy y a donde voy; necesito saber cuál es el camino para llegar, cuál es el camino.
En ese preciso instante cae desde el cielo un pergamino atado con un moño.
El hombre lo abre y ve un mapa marino. Arriba y a la izquierda  un puntito rojo que se prende y se apaga con un letrero que dice "usted está aquí" y abajo a la derecha un punto azul donde se lee "Buenos Aires”.
En un tono fucsia fosforescente, el mapa muestra una ruta que tiene muchas indicaciones: remolino, arrecife, piedras y que obviamente marca el camino el camino a seguir para llegar a destino.
El hombre por fin se pone contento. Se arrodilla, se santigua y dice
—Gracias Dios mío...
Nuestro improvisado y desgraciado héroe mira el mapa... Pone en marcha el motor... Estira la vela...observa para todos lados y dice:
—¡Estoy perdido, estoy perdido...!
Por supuesto.
Pobre hombre sigue estando perdido.
Para todos lados a donde mira sigue habiendo agua y toda la información reunida no le sirve para nada, porque no sabe hacia donde empezar el viaje. 

¿Qué es lo que le falta?
¿Cómo puede salir de la situación en la que se encuentra? 

Lo que necesita es saber hacia donde debe reemprender la marcha. Sólo una brújula puede darle esa información.

Distinguir entre rumbo y meta
La meta es el punto de llegada, el camino es como llegar, el rumbo es la dirección, el sentido.
El sentido es imprescindible aunque lo único que pueda aportarte es donde está el norte.
Sí uno entiende la diferencia entre rumbo y meta empieza a poder definir muchas cosas.

“La felicidad es, para mi, la satisfacción de saberse en el camino correcto. Es la tranquilidad interna de quien sabe hacia donde dirige su vida.
La felicidad es la certeza de no estar perdido.”


Jorge Bucay “El camino de la felicidad”  Ed. Oceano de México.

jueves, marzo 27, 2014

¿Es grata la experiencia de trabajo que vives día a día en la empresa?

Sabemos que ahora ya no basta vender productos o servicios. Necesitamos diferenciarnos de la competencia ofreciendo "experiencias" gratamente emocionantes al cliente.

Cuando pregunto en diferentes foros ¿Qué tanto la organización en la que trabajan permite que las personas pongan a trabajar lo mejor de si mismos? la respuesta no es alentadora. La mayoría de las personas sienten que no pueden aplicar todo su talento, su creatividad y se sienten limitadas en su creatividad y pasión.

En dias pasados en una reunión el equipo directivo de ventas de una gran compañía se propuso trabajar en "cómo crear una experiencia memorable de ventas para el cliente, los vendedores y los distintos departamentos que intervienen en los proyectos".

A proposito de esta intervención me surgió la reflexión. ¿Qué pasa con nuestras organizaciones? ¿Por qué si ahora como nunca necesitamos de incorporar todo el talento, la voluntad, la creatividad de todas las personas para crear valor de manera sostenida, nuestras organizaciones más bien desalientan e inhiben la iniciativa y la pasión de las personas?

Este fenómeno lo encuentro cada vez más frecuentemente no solo a nivel de los colaboradores, sino también a nivel de los directivos. Se encuentran que su trabajo no les satisface. Sus aspiraciones y pasiones no tienen cabida. Se ha vuelto una carga fastidiosa. Cada vez tienen que hacer frente a una carga creciente de tareas que no tienen nada que ver con sus fortalezas y las interacciones humanas que tienen con sus pares, incluso familiares, y con sus colaboradores es frustrante. Cada vez hay mas tensión, critica, rumores, quejas, fastidio. En resumen la experiencia de ir a trabajar todos los días en vez de ser una experiencia significativa, valiosa y nutriente para su vida es motivo de frustración y desgaste.

En los últimos años he estado aplicando la Indagación Apreciativa y me ha maravillado el poder que tiene para despertar las aspiraciones de las personas y los equipos para emprender de manera colaborativa la transformación.

Me quedo con la idea de seguir profundizando con las organizaciones con las que tengo el privilegio de trabajar para seguir rediseñado las prácticas, políticas, sistemas, etc., he visto como cuando nos atrevemos a repensar los resultados que tenemos y damos con el diseño que lleva a esos resultados, llegamos a un descubrimiento sensacional: ¡Podemos cambiar el diseño!

En esta etapa de mi vida quiero seguir acompañando a los líderes y gerentes de empresas y organizaciones para diseñar organizaciones que den cabida a la persona con toda su riqueza y su potencial para aportar. Se abren enormes posibilidades para crear progreso y desarrollo para todos cuando ponemos a las personas al centro de la organización y hacemos, juntos, la búsqueda de un mejor futuro para todos.